domingo, 28 de junio de 2015

Hache

Aparece después de muchísimo tiempo, Hache. H., que me gustaba, que me gusta, pero a quien dejé pasar de largo y me dejó pasar de largo. Aunque hubo un amanecer en mi casa después de una noche larga en que nos reímos muchísimo,  que despidiéndome de ella con el taxi para que la llevara a su casa esperando en la puerta, en que me costó no cogerla de la mano, decirle que se quedara, besarla, cerrar la puerta a su espalda... Ahora me alegro de no haberlo hecho, tampoco la hubiera sabido hacer feliz. Solo le hubiera hecho daño. No le he hablado nunca de aquel momento, ni le he dicho nunca que me gustaba, que me gusta. Así que H. debe pensar que no me gusta. Está bien que sea así. No sé por qué no hice lo mismo con todo lo demás, y sólo fui consecuente ese amanecer con ella. No lo sé. Puede que es porque conozco su historia, pero mira también conocía otras historias y ni siquiera se me ocurrió llamar al taxi para que se fueran. En todo caso me alegro de ese fogonazo de sensatez. Lo bien que hubiera ido algo después, fogonazos de sensatez en ráfaga, pero no fueron...

jueves, 25 de junio de 2015

Soledad, aquí están mis credenciales

Busco una canción en internet, que no sé por qué me viene a la cabeza, y termino dando con otra. Suele suceder con frecuencia. Buscas algo y te vas lejos de la búsqueda inicial. ¿Por qué? No sabemos. Creo que es el orden ilógico del funcionamiento de internet. Llevarte a otras cosas que tienen planeadas para ti. ¿Por qué? No lo sabemos tampoco. En todo caso, me alegra haber dado con esta canción.

Creo que ella y ella, tienen razón. Tengo que empezar a valorar lo bueno. Aunque lo bueno sea poco, es. Si sucede algo bueno quedarme con eso. No ponerme a pensar siempre en inconvenientes o en lo que no es.

Por ejemplo, hoy he quedado a comer arroz con bogavante. Y aunque quisiera o hiciera fuerza por buscar lo negativo, no se lo encuentro. Pues así tengo que hacer con todo. Como si todo lo que aconteciera fuera como quedar a comer arroz.



sábado, 20 de junio de 2015

Como sola en el tiempo de descanso del trabajo. Observo en las mesas de alrededor parejas de mi edad más o menos. Hablan entre sí solo cuando tienen la carta en la mano, después cuando se acerca la camarera a tomar nota y otra vez con los platos en la mesa. Silencio a continuación. No comparten nada más. Miran a las mesas del alrededor como para entretenerse, igual que hago yo, pero tan solo con las que están en mi campo de visión. El móvil también lo miran. Yo no uso el mío, mientras como, permanece en el bolsillo exterior de la bandolera. Me acuerdo de mi padre y los modales en la mesa. Hay cosas que se nos gravan a fuego. 

Monotonía y hastío. También pudiera ser que hayan pasado una noche loca y no tengan fuerzas ni para hablar, la camisa de rayas y manga corta tipo padre de él y el atuendo de operaria parroquial de ella, pudieran llevar a pensar que no, pero nunca se sabe. Les voy a dar un margen. 
Se han conocido ayer en una cena de antiguos alumnos. Ella es la hermana de un antiguo compañero de él, en el armario del hermano también cuelgan camisas de ese tipo. Como ya tenemos una edad y cada vez es más complicado conocer gente afín decidió ir con su hermano a la reunión, tampoco perdía nada. Qué mejor sitio para conocer varón que allí. Han follado como locos toda la noche, (me parece largo contar todos los preámbulos así que los omito) todo lo locamente que su naturaleza inhibida les ha permitido. Bebieron algo más de la cuenta, ninguno de los dos está acostumbrado y los dos lo necesitaban para desinhibirse. Por la mañana los dos se sentían extraños, además estaba ese dolor de cabeza espeso que deja el cava, la boca pastosa y el estómago revuelto. Ella hubiera querido salir corriendo, pero estaba en su casa. Él hubiera querido correr algo menos, "no estuvo nada mal". Ella no fue capaz de echarle de la casa ni inventar alguna excusa por la que él tuviera que irse inmediatamente. Decidieron al final bajar a comer algo al restaurante. Los dos se preguntan si esto les lleva a alguna parte, mientras me miran a mí, sola en mi mesa y piensan que estoy sola porque...

miércoles, 17 de junio de 2015

17

Cuando llego a casa todo el mundo duerme. El mundo bípedo porque Pichi y Chispera, no paran de dar vueltas en sus ruedas. Duermen aquí y duerme todo el barrio. No me cruzo en mi camino con nadie. Están apagadas las luces de todas las viviendas. Solo un coche negro pasa por mi lado y me rebasa, le pierdo de vista cuando gira a la derecha al final de la calle. 

En la tele "Un país para comérselo", ese par de mamones se ponen morados de anchoas, bueno, se ponen morados de todo en general, pero me encantan las anchoas y hoy solo me quedo con eso. Mi dieta se limita a; hidratos de carbono en la comida; hidratos de carbono en la cena. Poco más.

No tengo sueño. No madrugo nunca con el nuevo horario. Trasnocho más de lo que debiera porque necesito este rato de estar a solas. Ni para encontrarme ni para pensar, solo por estar sola. No pienso nada excesivamente profundo a lo largo del día. Soy un poco un cacho de carne con ojos, un poco autómata también: me va bien así estos últimos días. Lo otro, lo contrario,  tampoco es que me lleve a nada. No diré que de vez en cuando mi naturaleza me quiera llevar a plantearme todo lo relacionado con mi vida, pero estoy aprendiendo a reconducir el pensamiento si preveo que no voy a llegar a nada, y como viene siendo así, reconduzco casi siempre. Y o bien me pongo a contar mis pasos o hago que la longitud de mi zancada sean X adoquines, o cuento en múltiplos del número que se me ocurra hasta que pierdo la cuenta y vuelvo a empezar. Una forma de no pensar como otra cualquiera o de llevar el pensamiento a un segundo plano donde se va diluyendo, dispersando, donde al final es solo como una neblina o un ruido de fondo lejano o las gotas que despeja el limpia parabrisas. Sí, la sensación es algo así más o menos, un limpiar la cabeza para dejarla clara y poder ver bien a través de la luna delantera.

17, 34, 51, 68, 85, 102, 119, 136, 153, 170, 187, 204, 221, 238, 255, 272, 289, 306, 323, 340, 357, 374, 391, 408, 425, 442, 459, 
17, 34, 51, 68, 85, 102, 119, 136, 153,...

miércoles, 10 de junio de 2015

 Tengo frío.
 No están funcionando muchas cosas últimamente.  No se llevan las tormentas todo lo que no funciona. Qué fácil sería entonces para las cobardes como yo.
Tengo que tratar de no olvidar, que no cambiamos y que no es bueno echarse atrás en las decisión que tanto nos costó tomar. Las personas, no  cambiamos. Yo, tampoco.


No nos vendamos la moto del echar de menos por costumbre, del cuánto nos quisimos o del cómo hubiera sido, sin todos esos condicionantes, porque si fueron,  fue por algo. Ahí estaban y no supimos gestionarlo. 


Vuelvo de pasar la tarde con Y. Ella, que se sabe toda mi vida. Lo más ruin y mediocre también. Todo. 

Huele bien en el metro. Hay mujeres que huelen tan bien...